Para esta primera entrada del curso, en Laboralex Insight, he elegido un tema histórico con el que casualmente me he encontrado de manera fortuita estas vacaciones de verano al haber visitado la colonia industrial de New Lanark, cerca de Glasgow.
Ilustración Jose Luís Muñoz Luque
Desde que tuve ocasión de asomarme a la revolución industrial al analizar la evolución del concepto de empresa en mis estudios de doctorado (recogidos en el capítulo primero de mi tesis doctoral, “La transmisión de la industria 4.0” publicada en Aranzadi), quedé cautivado por ese decisivo momento en la historia de la humanidad. Algo tiene de fascinante esa evolución técnica de los medios productivos en cuyo marco se producen los abusos sobre la clase trabajadora que propiciarían el nacimiento del derecho del trabajo y que a todo laboralista le resultará sugerente revisitar para recordar de dónde procede el nacimiento del derecho obrero.
No en vano, la cuestión de la vivienda obrera como elemento esencial ligado a las condiciones de vida de los trabajadores era objeto de estudio en los manuales de derecho social de la Segunda República, si bien la doctrina (MERCADER UGUINA), precisamente en un trabajo sobre vivienda social titulado “En busca del ideal de vivienda obrera: realidades y sueños” ha recordado cómo los especialistas del derecho del trabajo abandonaron el estudio de la vivienda como parte propia y singular de su área de investigación a mediados del siglo pasado.
Y es en este contexto en el que proyectos del denominado “socialismo utópico” como el que fue New Lanark tienen especial interés, pues allí se pusieron en práctica y florecieron, demostrando que era posible compatibilizar el negocio lucrativo y la mejora de las condiciones de trabajo de la clase obrera. Fruto de esa experimentación concreta en New Lanark surgieron, por ejemplo, los principios del cooperativismo, se limitaron las jornadas a diez horas y media, se trató de mejorar el bienestar de los empleados, procurarles educación, mejorar su seguridad y salud, implantar un fondo de enfermedad de una sexagésima parte del salario (una figura que recuerda de algún modo a la incapacidad temporal), se limitó el trabajo infantil de menores de 10 años e incluso tuvo lugar algo similar a lo que podría ser el primer ERTE de la historia cuando se decidió seguir abonando los salarios pese al parón productivo debido a la crisis de suministros.
Figura 1. Vista actual de New Lanark de David Martinez Saldaña
New Lanark, iniciada por David Dale y reformada e impulsada por su yerno, el conocido socialista utópico Robert Owen, es un vivo ejemplo de cómo la filantropía fue mucho más allá del papel y la pluma y trató de mejorar y cambiar la vida de la clase trabajadora y afrontar lo que se denominaba la “cuestión social” llevándolo a la práctica y tratando de buscar soluciones. De hecho, de algún modo podría decirse que estos hombres filántropos fueron precursores en poner en práctica su preocupación por mejorar el bienestar de la clase trabajadora y, por ello, sus iniciativas se sitúan en la génesis del derecho del trabajo en un momento en el que no existía legislación laboral, razón por la que considero muy pertinente revisitar este pedacito de la historia desde Laboralex Insight.
Figura 2. Retrato de David Dale (1739-1806), alrededor de 1.800
Figura 3. Retrato de Robert Owen (1771-1854), sin fechar.
Mary Ann Knight (Scottish National Portrait Gallery)
[1] ¿Qué es New Lanark?
Figura 4. Vista de New Lanark y saltos del río Clyde que se aprovechaban como fuente de energía para hacer girar los molinos que impulsaban la industria textil
New Lanark es una colonia industrial textil situada en los saltos del río Clyde, en un hermoso paraje boscoso cerca de Glasgow (Escocia), construida a finales del siglo XVIII por el banquero y empresario escocés David Dale. Dale se asoció con uno de los padres de la revolución industrial, el inglés Richard Arkwright, renombrado inventor de la máquina de hilar conocida como Water Frame, de la que registró la patente en Inglaterra en 1769.
Figura 5. Retrato de Richard Arkwright (1732-1792)
Figura 6. Spinning machine o máquina de hilar de Richard Arkright (patentada en Inglaterra en 1769)
Dale y Arkwright formaron una sociedad para materializar el proyecto de New Lanark junto con el abogado escocés y miembro del parlamento, George Dempster of Dunnichen, impulsor de infraestructuras como caminos y faros y de la industria del algodón en Escocia.
Figura 7. Retrato de George Dempster of Dunnichen (1769-1790)
El destino quiso que estas tres relevantes figuras confluyeran a finales del siglo XVIII en el marco de la revolución industrial y conformaran la sociedad que construyó la colonia de New Lanark, que se puso en funcionamiento en 1786. Arkwright, que mantenía diversos pleitos sobre sus patentes de hiladuras en Reino Unido, se vio atraído por la posibilidad de comercializarlas con mayor libertad en Escocia, mientras que Dempster tenía especial interés en promover el desarrollo de Escocia y de las Highlands, lo que encajó con el espíritu emprendedor a la vez que filantrópico de David Dale, tal y como explica David J. McLaren en su muy recomendable biografía de David Dale “David Dale, A Life”, publicada por Stenlake Publishing Limited.
Pese a que Arkwright y Dempster abandonaron el proyecto poco menos de un año tras su inicio, David Dale y posteriormente su muy conocido yerno, el galés Robert Owen, hicieron realidad un impresionante proyecto de construcción de una colonia industrial que destacó no solo por ser uno de los enclaves productivos pioneros en la industria textil en Escocia, aprovechando las fuentes de energía naturales de los saltos del río Clyde para el movimiento de la maquinaria textil, sino también porque, en ella, Dale y Owen fueron precursores en la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora. De hecho, esta comunidad industrial es testimonio de la compatibilidad entre filantropía y beneficio económico. La colonia tenía 1.500 habitantes en 1795, y alrededor de 1818 contaba ya con 2.500 personas gracias al éxito del negocio de hiladuras de algodón, alcanzado, sin duda en parte, por la atención que se puso en la mejora de la salud y del bienestar de los trabajadores.
Figura 8, Acuarela que muestra una vista de New Lanark realizada por John Winning en 1818.
La colonia de New Lanark, perfectamente restaurada, fue declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2001.
En ella, Robert Owen instituyó una amplia gama de reformas laborales, sociales y educativas que condujeron a New Lanark a alcanzar la imagen de una comunidad ideal. Lo describió como “el experimento más importante para la felicidad de la raza humana que se haya instituido hasta ahora en cualquier parte del mundo”. Hoy en día, New Lanark es un ejemplo excepcional de un pueblo molinero del siglo XVIII, donde aún puede apreciarse la rueda de molino que aprovecha las corrientes del río. Gracias a un proceso continuo de conservación y rehabilitación que se ha prolongado durante casi medio siglo, el aspecto del pueblo en la actualidad sigue siendo similar al de principios del siglo XIX. Su centro de visitantes resulta idóneo para explicar a los más pequeños la revolución industrial, pues además de contemplar las máquinas, la escuela de los trabajadores o sus viviendas sociales, incluso existe una atracción en la que el fantasma de una niña de diez años relata a los visitantes las condiciones de trabajo en torno a 1820 (más información en la página web de Turismo de Escocia).
Uno de los lemas de Robert Owen que podemos observar en la misma entrada del recinto reza: “Cambiemos su pobreza por riqueza, su ignorancia por conocimiento, su enfado por amabilidad, sus divisiones por unión”.
Figura 9. Cita de Robert Owen a la entrada de New Lanark: “Exchange their poverty for wealth, their ignorance for knowledge, their anger for kindness, their divisions for union”. De David Martinez Saldaña
De hecho, las reflexiones de Owen se encuentran presentes en distintas citas a lo largo de las instalaciones fabriles. Así, consta que en el discurso de año nuevo de 1816 expuso a los habitantes de New Lanark lo siguiente: “Desconozco las ideas que los individuos consideran inherentes al término «Milenio», pero sí sé que la sociedad puede construirse para que exista sin crimen, pobreza, con una magnífica mejora en la salud, con muy poca (o ninguna) miseria y con inteligencia y felicidad mejorada al 100 %; y en este momento ningún otro obstáculo que no sea la ignorancia impide que ese estado de sociedad pueda devenir universal”.
Figura 10. Cita del discurso de Robert Owen realizado el 1 de enero de 1816 y que se reproduce en el interior de New Lanark. De David Martinez Saldaña
[2] Principales hitos logrados para la mejora de las condiciones de la clase obrera logrados en New Lanark.
A diferencia de David Dale, Robert Owen fue especialmente prolífico en la plasmación escrita de sus tesis e ideas en numerosas publicaciones que han llegado a nuestros días, pero resulta admirable cómo logró en la práctica la mejora de esas condiciones. Por supuesto, en elementos de marcada perspectiva laboral que ahora nos interesan y que merece la pena recordar aquí:
- Robert Owen fue el precursor del movimiento cooperativo, precisamente sobre la base de la experiencia que aplicó en New Lanark. Así se expone en la breve pero muy interesante publicación New Lanark Village Store and the development of the Co-operative Movement, editada por New Lanark Conservation Trust, 1993, complejo de conseguir pero disponible en la tienda del museo de New Lanark. En efecto, una de las cuestiones que horrorizaron a Owen cuando asumió la gestión de New Lanark fue que existía una pléyade de pequeñas tiendas, conocidas como grog shops, en las que se vendían bebidas alcohólicas —probablemente grog, bebida a base de agua caliente con limón y parte de ron— y otros comestibles de mínima calidad y a elevadísimos precios (recordemos que New Lanark es un enclave aislado en una zona boscosa y de difícil acceso desde Glasgow de lo que deberían aprovecharse los comerciantes de la zona), lo que provocó el endeudamiento de la clase trabajadora que había accedido a crédito a los productos que allí estaban disponibles.
Owen describió esos productos como “artículos de baja calidad, altamente adulterados y a enormes precios … la carne que ofrecía el carnicero era poco mejor que piel y huesos”.
Cuando Owen asumió la gestión de New Lanark se encargó de asumir la condonación de esa alta deuda de los trabajadores en productos de baja calidad. A su vez, para conseguir una alternativa al modelo existente, empleó su mayor capacidad de compra como propietario del complejo y las economías de escala y montó un tienda en New Lanark que proveería de todos “los necesarios lujos de la vida”, como los llamaba él, (lo que incluía bebidas alcohólicas de buena calidad para las que fijó ciertas reglas de consumo, entre ellas, que si el trabajador acudía bajo los efectos del alcohol en tres ocasiones a su puesto de trabajo, era despedido). Los precios eran muy moderados y permitían a las familias ahorrar unos diez chelines a la semana para un salario total familiar de unas dos libras. Ese ahorro explica la creación de un pequeño banco en la comunidad. La existencia de una tienda que proveía a las clase obrera de los productos básicos de calidad en 1820 fue clave para la mejora de las condiciones y el acceso a esos productos a precios moderados, una suerte de retribución en especie, lo que provocaba una mejor condición de los empleados pese a recibir sueldos más bajos que en otras industrias. En ese economato de 1820 podían comprarse productos tales como avena, cebada, mantequilla, arroz, guisantes secos, harina, sal, azúcar, patatas, nabos, calabacines, zanahorias, whisky, cerveza, ternera, cordero, té, café, pan, huevos, queso, manzanas y peras; pero también ropa de lana, algodón o lino y menaje —cucharas de madera, vajillas, jarras, cacerolas, escobas, cubos—, carbón, velas, jabón, etc., según se explica con detalle en New Lanark Village Store and the development of the Co-operative Movement. Además de la tienda, la empresa fue propietaria posteriormente de una granja a media milla para proveerse de productos frescos y se abrió una carnicería.
Figura 11. Tienda de New Lanark
Resulta interesante el uso de vales para el abono de salarios que emitía la empresa de Robert Owen por importe de cinco chelines o media corona. La existencia de una tienda a precios asequibles era un beneficio enormemente positivo para los trabajadores de la época, que, incluso percibiendo un salario algo inferior al de otras empresas, podían ahorrar, trabajar menos horas (diez y media en lugar de catorce) y beneficiarse del resto de las condiciones de la villa (educación, asistencia médica, etc.).
Figura 12 y 12 bis. Muestras de vales salariales que pueden verse en la vivienda de Robert Owen en New Lanark, de David Martinez Saldaña
- Robert Owen es considerado el padre del movimiento cooperativo. Precisamente estas ideas para la mejora de la calidad de vida de la clase trabajadora que Owen hizo efectivas en New Lanark inspiraron a otros seguidores owenitas, como fue el caso de los tejedores que formaron la Rochdale Friendly Co-operative Society (1830), y la primera tienda cooperativa que consiguió tener éxito fue la Rochdale Equitable Pioneers’ Society. Su objetivo original era precisamente asegurar que la gente común obtuviera buena calidad por el dinero que gastaba en bienes básicos.
Figura 13. Fotografía de los trece miembros originales de la Rochdale Equitable Pioneers’ Society
- Robert Owen introdujo uno de los primeros sistemas de medición y monitorización de la historia (un bloque de madera de cuatro caras conocido como el vigilante silencioso —silent monitor—), cuando en otros lugares se acudía en esa época al castigo corporal. Estos pequeños bloques pueden verse en la casa museo de Robert Owen en New Lanark. Como se expone en The Story of Robert Owen, publicado por New Lanark Trust, 1997 y complejo de conseguir pero disponible en la tienda del museo de New Lanark, estos medidores se situaban cerca de los empleados mostrando el color frontal que describía la conducta del individuo. Negro denotaba mal rendimiento. Azul, indiferente. Amarillo era buena y blanco, excelente. Se llevaba un registro de la conducta diaria.
Cursiosamente, el sistema de medición del rendimiento introducido por Owen, de alrededor de 1820, recuerda a los sistemas de medición del trabajo o management científico propio del “Taylorismo”, aunque le precede unos 90 años en el tiempo.
Figura 14. Muestra de uno de los silent monitors que miden el rendimiento de los trabajadores. Pueden verse en la vivienda de Robert Owen en New Lanark.
En su sistema de gestión, fue también pionero en la implementación de los mandos intermedios, lo que se subraya como un elemento especialmente novedoso para la época.
- Robert Owen se ganó la confianza de los empleados abonándoles el salario pese a la falta de trabajo en el parón productivo de 1807. Owen abonó generosamente los salarios de la plantilla durante los meses en los que la producción no podía llevarse a cabo como consecuencia de la disputa comercial con Estados Unidos que produjo la crisis en la industria del algodón como consecuencia de la falta de suministros. Al hacerlo, pudo estar llevando a cabo uno de los primeros ERTES de la historia, si bien según explica David J. McLaren, años atrás David Dale habría hecho algo similar al incendiarse uno de los edificios de New Lanark y parar la producción para los trabajos de reconstrucción de ese edificio.
- Robert Owen implementó un conjunto de mejoras laborales muy relevantes en una época en la que la feroz revolución industrial, el sobredimensionamiento y exceso de demanda de mano de obra y la ausencia de legislación laboral (sistema basado en la total libertad contractual de las partes, pese al desequilibrio entre empresa y trabajador) permitían todo tipo de excesos. Por ello en un contexto de brutalidad y libre albedrío sin límites y en el que las condiciones de trabajo eran terribles, la comunidad de New Lanark, en ese marco y contexto, era un modelo por el tipo de mejoras introducidas en esas condiciones. En este sentido, por ejemplo, Owen (i) redujo la jornada laboral de las catorce horas a diez horas y media; (ii) limitó el trabajo infantil, prohibido a menores de diez años —de hecho, participó en un comité que propuso la regulación y mitigación del trabajo infantil—; e (iii) introdujo un sistema de cobertura médica gratuita provista por un cirujano cualificado empleado por la empresa y una contribución de una sexagésima parte del salario a un fondo de enfermedad (sickness fund), al que podía acudirse si no se podía trabajar por enfermedad, como se explica con detalle en The Story of Robert Owen.
También era consciente de la importancia de la seguridad e higiene de los trabajadores (quizá siendo ambicioso y llegando a tratar de intervenir en el orden e higiene de las viviendas sociales, lo que pudo generar reticencias y ciertos conflictos por esa invasión en la privacidad). La vivienda social también fue promovida pues buena parte de los edificios que componen New Lanark se destinaban a casas para estos empleados y hoy en día pueden visitarse las reconstrucciones de diversas épocas, cuestión especialmente interesante para imaginar las condiciones de vida de estas personas en una época especialmente dura.
Figura 15. Vivienda social en New Lanark (reconstrucción), 1820, de David Martinez Saldaña
En todo caso, todo ello en contraposición a las ciudades manufactureras en las que la clase trabajadora vivía hacinada en sucias viviendas rodeadas por el humo de las fábricas, Owen pretendía que en las nuevas comunidades las personas “estuvieran rodeadas de jardines y con abundancia de espacio en todas direcciones para mantener el aire saludable y placentero; que tuvieran caminos y plantaciones ante ellos”. Realmente, el entorno en el que está eregida New Lanark cumple el requisito.
- Robert Owen promovió la educación de la clase obrera y estableció el Instituto para la Formación y el Carácter (1816) para proveer de instalaciones educativas y recreativas a la comunidad.
La educación de la clase obrera era claramente uno de los propósitos de Owen cuando lo habitual en la época era mandar a los niños a trabajar en cuanto eran capaces de ganar unos peniques. Ha llegado hasta nosotros la reconstrucción de la escuela, que puede visitarse en New Lanark, con coloridos dibujos de animales y mapas en las paredes. Allí también puede contemplarse un interesante grabado que reproduce una clase de danza en el Instituto para la Formación y el Carácter.
Figura 16. Grabado “A Dancing class in the institute”, por G. Hunt, que puede verse en la reconstrucción de la escuela de New Lanark.
La clase de danza de ese grabado, del que se ha conservado una copia hasta la actualidad, contrasta fuertemente con las fábricas satánicas oscuras, que era la idea asociada al concepto industrial de la época. Máxime si se tiene en cuenta que en el aula escolar había un espacio en la parte trasera en el que un contrabajo y un violín, tocaban para los alumnos.
- Robert Owen llegó a defender las jornadas laborales de ocho horas en 1833.
Interesa también resaltar que Robert Owen llegó a defender en 1833 la jornada laboral de ocho horas. Consta en un extracto de la Sociedad para la Promoción de la Regeneración Nacional, fundada en Manchester, en la que exponía: “Ocho horas de trabajo diario es suficiente para cualquier ser humano, y bajo los correspondientes acuerdos debe ser suficiente para conseguir el suficiente alimento, vestido y techo, o los conforts necesarios de la vida, y para el recordatorio de este tiempo, cada persona tiene derecho a su educación, recreación y descanso”.
Figuras 17, 17 bis y ter. Fotografías de los exteriores de New Lanark y sus habitantes reproducidas en el interior del complejo, de David Martinez Saldaña
Finalmente, en 1825 abandonó el proyecto por algunas desavenencias, incluyendo su oposición a las cuestiones religiosas con la iglesia local, vendió el complejo e intentó otro nuevo en Indiana (Estados Unidos) denominado New Harmony. Pero eso es otra historia sobre la que habrá que volver en otro momento.
En conclusión, la historia en ocasiones nos ofrece testimonios de cambios relevantes que se iniciaron hace siglos y cuyos ecos llegan a nuestros días. Casualmente me he topado en un viaje de verano con un pedazo de esa historia que contiene una pequeña parte de la génesis del derecho del trabajo, en un entorno de revolución industrial brutal, en el que unos filántropos intentaron mejorar las condiciones de trabajo. Ellos sembraron semillas de árboles que florecieron y crecieron fuertes hasta nuestros días, y hace casi doscientos años ponían sobre la mesa que era más que suficiente para el ser humano una jornada de ocho horas. Son fuegos cuyas brasas están más vivas que nunca en el debate del mundo jurídico laboral actual, en pleno siglo XXI en el que seguimos discutiendo sobre el alcance de la jornada de trabajo. Seguiremos investigando sobre el apasionante asunto de las colonias laborales…
Figura 18. Máquina de vapor (18 y 18 bis) de David Martinez Saldaña
Figuras máquina cardadora con rodillos (18 ter) y otra maquinaria (18 quater) que puede visitarse en el interior de New Lanark de David Martinez Saldaña